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Comer rápido, una mala decisión

11/11/2017 By deportium Deja un comentario

La velocidad y la alimentación rara vez combinan bien. Todos estamos ya concienciados de los riesgos y lo perjudicial para nuestra salud que es la comida rápida. Sin embargo, se incide poco en la importancia y en lo negativo que es para nuestra salud comer rápido.

El actual ritmo de vida, sin tiempo para apenas nada y en el que se han perdido cosas que antaño parecían impensables como el comer en familia, contribuye a esta actitud. Conocer las consecuencias nocivas que tiene para nuestro cuerpo comer rápido nos hará modificar este hábito.

Si dedicamos poco tiempo a cocinar, no dedicamos mucho más a comer. Lo hacemos de forma atropellada, sin dedicarle el tiempo que requiere.



Comer rápido nos hace engordar

Sí, es así, comer rápido engorda. El proceso por el que nos saciamos y dejamos de comer implica la acción de estómago y cerebro. El estómago le envía una señal al cerebro de que ya ha comido lo suficiente pero esa señal tarda unos 20 minutos en llegar ¡Imagina todo lo que puedes comer en 20 minutos! Esas calorías innecesarias son las que nos harán engordar.

Un interesantísimo estudio de la Universidad de Atenas demostró que comer rápido disminuye la liberación de las hormonas intestinales (GLP1 y PYY). Estas hormonas son las encargadas de emitir la sensación de saciedad en el cerebro. Se trata de una pequeña proteína de 36 aminoácidos liberada en respuesta a la alimentación para reducir nuestro apetito. El estudio concluye que debido a comer rápido no conseguimos una sensación de saciedad adecuada a los alimentos consumidos.

17 personas participaron en el estudio con una prueba sencilla. Tenían que comer un helado de 300ml con un 60% de calorías, un 33% de carbohidratos y un 8% de proteínas. Debían de comer el helado a distintas velocidades y se le tomarían muestras de sangre cada 30 minutos. En ellos verían los niveles de glucosa, insulina y lípidos así como las hormonas intestinales.

Así, establecieron que cuanto mayor tiempo ha transcurrido desde el primer al último bocado, mayor será la sensación de saciedad.

Cuando masticamos mal los alimentos las digestiones se hacen lentas y pesadas. Al margen del malestar que nos provoca, la asimilación de nutrientes es peor y el cuerpo no los procesa correctamente. Algunos, como las grasas, no se absorben adecuadamente y acaban asimilándose en el organismo. Este proceso favorece a ralentizar nuestro metabolismo, haciendo que consumamos menos energía.

Si además del hábito de comer rápido le sumamos que la falta de tiempo nos lleva a recurrir a comida preparada encontramos una peligrosa mezcla. Si no tenemos tiempo para comer menos aún lo tendremos para prepararnos la comida. La comida rápida nos aporta un montón de calorías vacías perjudiciales para nuestra salud. Puede provocarnos problemas en hígado, riñón, corazón… amén de obesidad mórbida.



Comer rápido provoca malestar en el aparato digestivo

Empezando por la indigestión. Los síntomas más habituales son la pesadez o el ardor de estómago pero, en casos extremos llegamos al vómito. Otras veces, los dolores son tan fuertes que llegan a confundirse con un infarto. El malestar termina una vez que somos capaces de digerir los pedazos, normalmente grandes, que acabamos de comer.

El funcionamiento de nuestro aparato digestivo empeora considerablemente al comer rápido, afectando a la asimilación de alimentos. Una incorrecta asimilación por comer rápido puede provocar intoxicaciones a causa de la mezcla de ingredientes en el estómago.

¿Más problemas estomacales de comer rápido? La ansiedad con la que comemos hace que abramos mucho la boca, por lo que introduciremos más aire que provocará gases y dolores estomacales. Un exceso de has acabará por hincharnos y molestarnos.

Otros problemas de comer rápido

Comer rápido es síntoma de estrés y ansiedad. Hablamos de una de las enfermedades más habituales del S. XXI que en última instancia nos puede llevar a una muerta prematura. Utiliza el rato de la comida en tu propio beneficio, disfrutando de cada bocado y relajándote.

Cuando comemos en estado de nerviosismo lo hacemos para paliar un efecto mental, no fisiológico, por lo que poco importará la cantidad de comida o las calorías de la misma.

Ingerir alimento es una acción mecánica y nuestro estómago un órgano flexible. Podemos exceder nuestra capacidad gástrica si no prestamos atención a la cantidad que estamos consumiendo. Podemos darnos cuenta de ello cuando comemos con la tele puesta o en el cine.

Comer rápido

Deja de comer rápido y gana salud

10 minutos no son suficientes para comer. Una cosa es ingerir el alimento y otra educar al cuerpo para que lo asimile de la mejor posible. Es recomendable que cada comida dure un mínimo de 30 minutos.

Debemos ser conscientes de la función que cumplen nuestros dientes, mandíbula y lengua. Masticar bien es el primero de los pasos para una buena digestión y las glándulas de nuestra boca segregan saliva que ayuda al estómago a digerir los alimentos.

Para el menú, y si disponemos de poco tiempo para comer, te recomendamos preparar tu comida el día anterior. Deja tus platos hechos por la noche y disfrútalos al día siguiente.

Comer en compañía puede ser una forma de solucionarlo. La conversación hace que no estemos únicamente centrados en comer rápido y ocupemos más tiempo en degustar los alimentos. Si cuando comes con gente ves que el resto de tu compañía termina mucho después de ti puede hacer que vayas copiando sus hábitos, pausando tu ritmo a la hora de comer.

Utiliza cubiertos. Comer bocadillos, pizzas, hamburguesas u otros platos que pueden comerse con las manos aumenta las posibilidades de comer rápido.

Si eres de los que come en el trabajo aléjate de tu puesto para hacerlo. Cuando comemos en el lugar de trabajo lo entendemos como una tarea más y lo hacemos sin pensar, por lo que comer rápido es casi una obligación.

Otro truco que puedes emplear hasta coger el hábito de comer más relajadamente es contar las veces que masticas o apoyar el cubierto cada vez que llevas un alimento a la boca.

Beber agua o una infusión antes de comer hará disminuir la sensación de hambre, una de las principales excusas que tenemos para comer rápido. También consumir un tentempié saludable antes de comer como fruta, yogur desnatados… reducirá la ansiedad.



Publicado en: Alimentación

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