Comenzaremos este artículo sobre el talento defensivo de una manera bastante rancia, con la definición del diccionario del talento: «especial capacidad o aptitud que una persona tiene para aprender las cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad una actividad.»
¿Y por qué hacerlo así? Porque desde siempre el talento se ha asociado, dentro del mundo del deporte, a una cualidad de los atacantes por encima de los defensores. Podríamos quedarnos con que se trata de algo meramente anecdótico o con un simple mal empleo del lenguaje que asocia talento a calidad, clase… pero lo cierto es que no es de una de las características que se pidan a un defensor.
Características del buen defensor
Hablamos de defensor y no de defensa porque esta discriminación sobre el talento es extensiva a casi todos los deportes de equipo. Cuando uno piensa en qué características son las más adecuadas para desarrollar una buena labor en tareas defensivas encontramos:
Condición Física
Esto es algo que debería darse por supuesto en cualquier deportista de élite pero existen ejemplos muy recientes de jugadores que se labraron una gran carrera basándose, casi únicamente, en unas formidables condiciones físicas.
En el mundo del fútbol todos recordamos el portento físico que era Roberto Carlos. Un lateral con gran golpeo de balón, capacidad para subir y bajar la banda a toda velocidad y de ir al corte con muchísima fuerza. Sin embargo, no era el futbolista más dotado de talento defensivo.
En el baloncesto los ejemplos son aún más claros y encontramos jugadores cuya característica más reseñable era su altura y su habilidad para levantar las manos verticalmente. Una forma muy básica y funcional de proteger el aro colocando a pívots de gran tamaño capaces de intimidar y modificar los tiros del rival.
Michael Olowokandi elegido en el número 1 del draft en 1998, Kwame Brown número 1 en 2001, Hasheem Thabeet puesto número 2 del draft de 2009 o Anthony Bennett número 1 en 2013, son sólo algunos de la lista. Hoy en día el pívot clásico está en vías de extinción por lo que este tipo de jugadores son más complicados de ver.
Intensidad
La famosa intensidad, garra, trabajo, corazón, o huevos dicho en el castellano más castizo. Igualmente hay muchos ejemplos de deportistas con escaso talento defensivo pero con actuaciones efectistas de cara al espectador. Alguien que «se deja la vida» por defender sus colores no tiene que ser, necesariamente, un bastión defensivo sino que habitualmente corregirá sus errores una y otra vez.
Dos futbolistas de nuestra selección son un buen ejemplo de anteponer la intensidad por encima de otras cualidades: el ya retirado Carles Puyol y el todavía en activo Sergio Ramos. Cuando vemos sus vídeos de highlights solemos encontrar actuaciones estelares con goles decisivos, la mítica «parada» de Puyol con el escudo y el portero batido, el gol en el minuto 93, entradas salvadoras… todo basado en un físico primoroso que los colocaba en la categoría de centrales correctores capaces de llegar a cualquier cruce. Sin embargo, y con las diferencias obvias entre ellos, no son ejemplos de talento defensivo ni de rigor táctico.
Inteligencia o IQ
Entendida como la capacidad de leer el juego, adelantarse a los acontecimientos, prever el pase o lanzamiento, ordenar a sus compañeros y mantener el rigor táctico. No podemos evitar recordar la mítica defensa del Milán con Baresi, Costacurta y Maldini que perfectamente sincronizada tiraba a las mil maravillas la línea del fuera de juego. Defensas todos ellos de altísimo nivel y diferentes cualidades que formaban parte de un gran engranaje defensivo.
Capacidad de adaptación al sistema
Un defensa central en el fútbol es el penúltimo obstáculo antes del gol. Para que éste intervenga en labores defensivas se han tenido que sortear al resto de líneas del equipo y su labor se antoja casi tan decisiva como la del portero.
Los centrales, como el resto de futbolistas, brillan con luz propia en sistemas de juego que destacan sus virtudes y tapan sus carencias. Así, para defensas adelantadas es vital contar con centrales rápidos capaces de recuperar los metros que dejan a su espalda, en defensas de cinco es imprescindible contar con carrileros de gran recorrido capaces de atacar y defender por igual o, tradicionalmente, los equipos ingleses se han caracterizado por contar con centrales corpulentos capaces de ir al choque e imponerse en el juego aéreo una y otra vez.
Sin embargo, no todos los futbolistas se adaptan igual a un sistema de juego diferente y hemos visto casos sangrantes de jugadores que admirábamos en otros equipos fracasar estrepitosamente al llegar al nuestro. Ocurre habitualmente al fichar jugadores acostumbrados a sentirse arropados por una línea de cinco o que nunca han tenido la necesidad de sacar el balón jugado.
El talento defensivo
Todos tenemos claro lo que entendemos por talento en ataque. Un regate, un control, un pase medido, un golpeo preciso que coloca el balón en la misma escuadra… talento en estado puro.
¿Natural o trabajado? El talento tiene mucho de innato, como se demuestra con que cualquier deportista es capaz de practicar otro deporte a buen nivel, pero evidentemente hay mucho trabajo detrás. Trabajo físico, entrenamiento constante repitiendo una y otra vez golpeos (se puede ver cómo han evolucionado en el lanzamiento de faltas algunos futbolistas), tiros a canastas (en NBA es casi una máxima tener entrenamientos concretos en los meses de verano), movimientos concretos, etc.
En defensa el talento implica saber anticiparse a un pase y cortarlo correctamente, metiendo la mano o el pie en el momento exacto. También de colocarse y saber cubrir o estudiar al rival y ofrecerle su lado débil para dificultar más labor.
No se trata de sólo de ser más intenso que el contrario. Ni de ponerle más ganas o tener mejor físico que él. Se trata de aprovechar las propias características, anticipar los movimientos del rival y detenerlos. Y eso se consigue con horas de scouting pero también ensayando y entrenando esos movimientos.
Un ejemplo reconocido en nuestro país sería Felipe Reyes. Un jugador no muy dotado físicamente que forjó su leyenda a base de rebotes. Colocación y capacidad para leer el juego y adivinar hacia dónde iba a salir el balón hicieron de Felipón un referente bajo los tableros.
Y dicho todo ello, os dejamos este vídeo en el que uno de los mejores defensores de la actual NBA, Kawhi Leonard cortá el balón de espaldas, por pura intuición. Eso, es talento defensivo.
Kawhi really stole the ball without looking at it … he really is a basketball robot (via @Raptors) pic.twitter.com/hBLCQ4pnfw
— SLAM (@SLAMonline) 25 de octubre de 2018
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